Corre la sangre nueva por primera vez
a la niña entre las piernas,
derrama la savia,
alarmada, con las piernas abiertas.
Tranquiliza la madre la escena:
rasgada su niña llora sangre nueva.
El padre, nervioso, observa callado,
impotente ante de su niña la pena.
"No te preocupes, mujer,
tu hija exagera".
A los padres debió de perdérseles
de la sensibilidad, la media.
En la niña se ve, de buenas a primeras,
mujer madura
envuelta en torpeza
sangrando desnuda
vestida en belleza.
lunes, 1 de junio de 2009
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