lunes, 25 de mayo de 2009

¡oh, corazón!

De clara oscuridad y siniestra duda
se viste la luna
cuando mi corazón se para
buscando su cuna.
Corazón sin empleo,
que llora lágrimas
de sal en la herida,
no corras a consolarte en el hechizo
de la mirada cruel:
tú eres el responsable
de que en todo haya sangre,
que la sal, por ser sal,
sale;
de que quien habla mande,
de que hayas pasado dentro de mí
años cantando sin cantar,
siglos bebiendo sin saciarte.
Alégrate más bien,
¡oh, corazón!
por seguir vivo:
alguien mandó que la vida
te mantuviera frío,
alguien mandó que un ángel
te despertase rico.

Engaño

Hincado. Así.
Y en los dientes:
el corazón; y en los labios:
contra tu tierra con sangre,
todo su sabor amargo.
Dolor a muerto en la lengua,
sabor a desenterrado,
gusto a puñal por la espalda,
sabor a crimen, a mano
con gusto a sombra en la sombra.
Sabor a toro engañado,
gusto a león exprimido,
sabor a sueño,
sabor a llanto,
gusto a solo vientre seco,
a hombre arrancado de cuajo.
Sabor a mar triste, a triste
árbol sin sabor a árbol.

Celos II

Para guardar la huella
de un abrazo no hay remedio,
salvo el recuerdo.
El sabor a sangre con licor
tibio que siento
cuando le hago el amor y observo
sus ojos cerrados y su sonrisa
enmarcados en el encuentro
de un recuerdo de un abrazo mejor.
Creo, no obstante, que me quiere
en la medida del querer,
lejos de cómo quiso a otro,
otro que la besó mejor,
sin lugar a dudas, pero con dudas.

viernes, 8 de mayo de 2009

Desaparición de un personaje en el tiempo y en el espacio



Neruda no escribió
los versos más tristes
aquella noche.
No te conoció. No te tuvo.
Pero,
¿qué haré yo si sólo tendré
sueños tuyos
que no se harán realidad
hasta el día siguiente,
al menos?
¿Morirán los felices pájaros,
llorará la alegre primavera,
ahora que escribo
todo lo que pienso?
Es la ida,
es el peso,
es éste el último beso
antes de mi partida.
Queda
tú con las cosas nuestras, tú que puedes,
que yo me iré donde la noche quiera.
Pero no olvides escribirme
-siete hojas, al menos-;
no olvides llamarme;
no olvides besarme, amarme,
cada noche
con tu verso, vida mía,
con tu verso.
No olvides recordar
que no debes olvidarte
que en este mundo no hay
quien más que yo pueda amarte.

lunes, 4 de mayo de 2009

Dudas

Aquella noche resbaló un beso
en su cuello y en su sexo.
Con el roce
se deslizó un pétalo rojo de rosa,
y luego otro y otro
surcaron su piel suave.
-Abrázame, Pablo, cariño.-
me dijo con voz quebrada.
-Déjalo, mujer,
volvamos a casa
antes de que nos descubra
el jodido amanecer-.
Un beso, sólo un beso,
nos unió un instante en la eternidad.
Un Abrazo la uniría a mí,
a mi vida, a mi muerte, a la noche
eterna y fugaz
para siempre, para nunca,
eterna y tiernamente.
La uniría a la música, al arte,
a la poesía
y a la sangre.

sábado, 2 de mayo de 2009

La muerte se viste fría

La muerte se vistió de seda
y me dijo:
"Vente a vivir conmigo."
Era, en verdad, llamativo
su vestido, su aliento, su frío.
Y aún, a veces, me pregunto
si hice bien en quedarme
en este mundo mío,
loco, raro y marchito.