domingo, 14 de junio de 2009

Mirada esmeralda de verde esperanza

Óvalos verdes, profundos, transparentes,
de serena inquietud y clara duda,
si chispean cuando topan mi mirada,
cuando callan en la llama más desnuda,
cuando rozan mis manos su tez sola
en cálida caricia intencionada,
y en bella dualidad de visión mía,
¿qué cae en mi cuerpo y lo ensalza
y lo hace perecer y lo viste de hierba
escarchada dueña de un rayo de luna?
¿Qué arroja un halo triste en mis
embarradas pupilas,
aunque, a un tiempo, borbotee eterna
la alegría?
Mirada esmeralda de verde esperanza,
quiero que me mires,
que me des la vida,
que me tengas,
y yo tenga
tu mirada
encerrada
en la mía.

Niña fea

Mañana te veré, niña fea,
y te diré sonriente
que me alegro de verte,
que cuánto tiempo hace
y qué me cuentas.
Seguro que sonreirás, querida niña fea,
y respondiéndome gritarás
cosas que no oiré
porque ya no me interesan.
Eres tú, tu mundo y tu ombligo,
tu vida, tu problema y luego,
luego el amigo.
Quizás si te dieras un poquito
verías doblemente a la gente
que cruza despacio la calle,
sin llamar la atención,
y que no te mira
porque sólo eres una niña fea,
fea y gorda de comer
egoísmo
y basura
y patetísmo.

lunes, 1 de junio de 2009

Un sentimiento

Caminas solo por la calle
buscando a alguien con quien hablar,
pero algo te sigue, tú lo notas,
allá por donde vas.
Doblas la esquina y notas su presencia;
vas a tu cuarto, cierras la puerta,
y no se va.
Bajas al parque, miras a la gente,
y lo sigues sintiendo.
Algo que te mira, te toca, te giras
y no está.
Te angustias, no sabes lo que es.
Solo. Quieres estar solo.
Pero algo te pisa los talones
hasta que te llega la muerte.
En tu entierro no ves a nadie.
Ni amigos, ni familia: nada.
Sólo estás muerto. No es tan grave.
Caminas solo por la calle
que transcurre sola por la ciudad,
y notas que algo te sigue
sólo a ti: la soledad.

Cada treinta de mes

Corre la sangre nueva por primera vez
a la niña entre las piernas,
derrama la savia,
alarmada, con las piernas abiertas.
Tranquiliza la madre la escena:
rasgada su niña llora sangre nueva.
El padre, nervioso, observa callado,
impotente ante de su niña la pena.
"No te preocupes, mujer,
tu hija exagera".
A los padres debió de perdérseles
de la sensibilidad, la media.
En la niña se ve, de buenas a primeras,
mujer madura
envuelta en torpeza
sangrando desnuda
vestida en belleza.

lunes, 25 de mayo de 2009

¡oh, corazón!

De clara oscuridad y siniestra duda
se viste la luna
cuando mi corazón se para
buscando su cuna.
Corazón sin empleo,
que llora lágrimas
de sal en la herida,
no corras a consolarte en el hechizo
de la mirada cruel:
tú eres el responsable
de que en todo haya sangre,
que la sal, por ser sal,
sale;
de que quien habla mande,
de que hayas pasado dentro de mí
años cantando sin cantar,
siglos bebiendo sin saciarte.
Alégrate más bien,
¡oh, corazón!
por seguir vivo:
alguien mandó que la vida
te mantuviera frío,
alguien mandó que un ángel
te despertase rico.

Engaño

Hincado. Así.
Y en los dientes:
el corazón; y en los labios:
contra tu tierra con sangre,
todo su sabor amargo.
Dolor a muerto en la lengua,
sabor a desenterrado,
gusto a puñal por la espalda,
sabor a crimen, a mano
con gusto a sombra en la sombra.
Sabor a toro engañado,
gusto a león exprimido,
sabor a sueño,
sabor a llanto,
gusto a solo vientre seco,
a hombre arrancado de cuajo.
Sabor a mar triste, a triste
árbol sin sabor a árbol.

Celos II

Para guardar la huella
de un abrazo no hay remedio,
salvo el recuerdo.
El sabor a sangre con licor
tibio que siento
cuando le hago el amor y observo
sus ojos cerrados y su sonrisa
enmarcados en el encuentro
de un recuerdo de un abrazo mejor.
Creo, no obstante, que me quiere
en la medida del querer,
lejos de cómo quiso a otro,
otro que la besó mejor,
sin lugar a dudas, pero con dudas.

viernes, 8 de mayo de 2009

Desaparición de un personaje en el tiempo y en el espacio



Neruda no escribió
los versos más tristes
aquella noche.
No te conoció. No te tuvo.
Pero,
¿qué haré yo si sólo tendré
sueños tuyos
que no se harán realidad
hasta el día siguiente,
al menos?
¿Morirán los felices pájaros,
llorará la alegre primavera,
ahora que escribo
todo lo que pienso?
Es la ida,
es el peso,
es éste el último beso
antes de mi partida.
Queda
tú con las cosas nuestras, tú que puedes,
que yo me iré donde la noche quiera.
Pero no olvides escribirme
-siete hojas, al menos-;
no olvides llamarme;
no olvides besarme, amarme,
cada noche
con tu verso, vida mía,
con tu verso.
No olvides recordar
que no debes olvidarte
que en este mundo no hay
quien más que yo pueda amarte.

lunes, 4 de mayo de 2009

Dudas

Aquella noche resbaló un beso
en su cuello y en su sexo.
Con el roce
se deslizó un pétalo rojo de rosa,
y luego otro y otro
surcaron su piel suave.
-Abrázame, Pablo, cariño.-
me dijo con voz quebrada.
-Déjalo, mujer,
volvamos a casa
antes de que nos descubra
el jodido amanecer-.
Un beso, sólo un beso,
nos unió un instante en la eternidad.
Un Abrazo la uniría a mí,
a mi vida, a mi muerte, a la noche
eterna y fugaz
para siempre, para nunca,
eterna y tiernamente.
La uniría a la música, al arte,
a la poesía
y a la sangre.

sábado, 2 de mayo de 2009

La muerte se viste fría

La muerte se vistió de seda
y me dijo:
"Vente a vivir conmigo."
Era, en verdad, llamativo
su vestido, su aliento, su frío.
Y aún, a veces, me pregunto
si hice bien en quedarme
en este mundo mío,
loco, raro y marchito.